QUÉ ES EL PJ?
Perón en su
último discurso, antes de morir, dijo: Mi único heredero es el pueblo.
Talvez
sea la síntesis más apretada y descriptiva de los testamentos. Es para
pensar que es el más perfecto resumen de
su pensamiento político, sabiendo la repercusión que iba a tener en la nuestra
historia. Con estas acotadas palabras mandaba un mensaje a aquellos que
quisieran aprovechar su nombre para provecho propio, pues también sabía que su
nombre era una MARCA que cotizaría muy alto en el escenario sociopolítico
argentino. Sabía lo que había pasado con los que usaron el nombre de Hipólito
Irigoyen.
Allí él vio cuarenta y cuatro años
de historia que mostraron la realidad incuestionable. Seguramente él pensó: de Irigoyen quedó un
minúsculo grupo de leales al pensamiento de Leandro N. Alem e Hipólito
Yrigoyen. Y, por supuesto, la historia se repite en todo lo que sea
aprovechable para aquellos que carecen de principios y ven solo los beneficios
para sus propios fines.
Perón sabía lo que valía su nombre y sabia que
ese valor sería motivo de disputa entre lo peor de la casta política que lo
había secundado sólo porque eso era un buen negocio para crecer, adquirir
poder y enriquecerse. En vida había
visto cuando le dio poder a Augusto Timoteo Vandor y éste no tuvo reparos en
negociar con los enemigos de siempre, los que querían eliminarlo de la historia. Sabía que la CIA le había implantado a José López Rega en su propia cama a través de su mujer
Isabel a la que tenía que complacer porque era lo único que le quedaba en su vida
física para calamar sus dolores de su debilitado cuerpo humano.
Perón sabía que todos los que vinieran después
de su muerte serían peores que los que
lo acompañaron en vida, sabía que les dejaba una MARCA, un slogan que les abriría
puertas ante el pueblo que él había designado como único heredero. Todo lo supo
antes de morir pero no supo como evitarlo, porque esos miserables seguirían
reproduciéndose renovando y recreando su maléfica energía.
Asimismo, “el General” guardaba la esperanza de que alguno de los
que levantaban su nombre podrían reivindicarlo en sus mejores sueños, que no lo
levantarían en vano. Que esos hombres y mujeres habían captado lo mejor de sus
pensamientos e ideales y que tenían como propósito materializarlo sabiendo el
costo que tendrían que soportar. Sabía que allí empezaba a impactar la pasión
de Evita que era la semilla que sobrevivía
a todas las tempestades abonadas por los miserables de la vida.
Así, Juan Domingo Perón, tenía en su último
pensamiento, que un nombre pierde valor
cuando no se lo acompaña de contenido y mucho más pierde valor cuando a ese
nombre se lo quiere simplificar con unas iniciales, iniciales que al paso de
los años carecen de significación a pesar del marketing que las impulse. Allí
es cuando queda develado que todo se ha transformado en un negocio, que es una
mera mercancía puesta en oferta comprendida entre otras ofertas donde todo son
solo promesas que nunca se harán realidad.
Cuando Juan Domingo Perón dijo: mi único
heredero es el pueblo, estaba resumiendo infinidad de augurios de lo que
pasaría después de su desaparición física. Dejó esa frase tan escueta porque
sabía que él no podía dejar herederos
determinados, porque sentía en lo más profundo de su ser que su vida fue
siempre sobrevivir ante tantos miserables que lo acosaron hasta el fin de sus
días. De allí que si eso le pasó en vida, era fácil imaginar lo que sería
después de su muerte.
Ante esta imaginaria representación es fácil
imaginar que lo único que se puede copiar y reproducir es la obra de Juan
Domingo Perón y de su compañera Evita y,
de ninguna manera, un sello, una sigla, un nombre.
Por eso, si analizamos la historia y sus hechos
veremos que queda clarísimo que aquellos que se llenan la boca con la palabra
“peronista” y al mismo tiempo no muestran obras que validen esa palabra, no son
otra cosa que lo que el propio Perón llamaba “los logreros”.
Si analizamos el escenario histórico argentino
de los últimos sesenta años podremos ver con diáfana claridad que sólo hubieron
un hombre y una mujer que mostraron con
obras que fueron los únicos que reivindicaron el proyecto de Juan Domingo Perón
y Evita, ese hombre y esa mujer se
llaman Néstor Carlos Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Lo demás son
meros aprovechadores del sello PJ.
Para probar estas reflexiones, solo debemos
mirar, en estos tiempos, en nuestro entorno y allí veremos los que activan
políticamente desde sus eternos puestos chupando de la teta del Estado, donde
en apariencia muestran lealtad a quienes les dieron esos cargos, pero, ya
empiezan a preparar el terreno apoyando
a quienes negocian el
mantenimiento del poder político, mostrando que tienen más de un “principio”,
mejor dicho, que tienen un “principio” para cada ocasión.
De esta reflexión surge que es imprescindible
administrar cuidadosamente nuestras energías, estudiando cautelosamente a quien
seguimos en nuestra proximidad. Si nos
proponemos podemos ver claramente quien es quien, quien milita desde una autentica
vocación de lucha por un mundo mejor o de quien lo hace para mejorar su
posición personal, persiguiendo mezquinos intereses.
Talvez debamos desconfiar en aquello de “la
unidad para ganar”, pues puede solo una victoria pirrica.
Victoria
pírrica. El nombre proviene de Pirro, rey de Epiro, quien logró una victoria
sobre los romanos con el costo de miles de sus hombres. Se dice que Pirro, al
contemplar el resultado de la batalla, dijo "OTRA VICTORIA COMO
ÉSTA Y VOLVERÉ SOLO A CASA"
Francisco Klanchar