LA UNICA REALIDAD.
¿Porqué
la Argentina (debiera decir la “República Argentina”, pero no lo digo
porque no es una república, en una republica funciona la autonomía de los tres
poderes y eso acá no existe) vive desde el año 1916 hasta el presente de manera
cíclica permanente, entre avances y retrocesos?
Podría ser porqué nunca fuimos independientes?
Opino que es porque Hipólito Irigoyen, si bien
fue un gran transformador en lo social, siempre fue un hombre del capitalismo,
sabiendo que lo era y hasta podría decir que esa transformación sirvió sólo
para lograr lo que hoy tenemos: un país dependiente de la oligarquía y el poder
real internacional, es decir, Irigoyen sólo fue un reformista dándole aire así
al poder real para que no explotara y de allí saliera una verdadera revolución,
una revolución que se impusiera sobre la oligarquía quitándole el Poder. Duele,
pero es la verdad objetiva.
Juan Domingo Perón repitió esa historia, aunque logrando instalar
apreciables derechos en beneficio de los trabajadores, pero también fue un
reformador que no tuvo el propósito de hacer una verdadera revolución a pesar
de que el ámbito internacional lo favorecía. En este caso, ante la realidad
bipolar del planeta, él quiso salir
airoso diciendo que el apostaba a la “Tercera Posición”, desconociendo con ello
la lucha de clases. Muchos serios analistas dicen que mintió a sabiendas. Tanto
es así que tuvo que pasar medio siglo para volver otra vez a la ilusión con doce años de bienestar para
el pueblo, pero también vuelve otra vez la desgracia, hasta cuando no sabemos.
Hace un
par de meses Cristina Kirchner dijo que un presidente no tiene el poder para
cambiar, que siempre está condicionado, de lo que se puede leer que un
presidente sólo puede hacer lo que el verdadero poder deja hacer. La pregunta
es: cree ella que con este sistema que
se hace llamar democracia se puede lograr un definitivo bienestar para el
pueblo? Yo creo en ella y me gustaría mucho que
no me decepcione.
De allí que el marxismo y el trotskismo, aunque
estén equivocados en las formas tienen razón en el fondo, ellos no han advertido que
el capitalismo les tomó el pulso, hizo un diagnostico y empleo la medicina
justa para desarticularlos, logrando reducir su prédica hasta el absurdo ante
las mayorías, sus verdaderos destinatarios. En función de esto puede afirmarse
con seguridad que la única salida que tiene el pueblo argentino es reconocer
que todos los problemas de estancamiento, retroceso y explotación que lo
postergan infinitamente es no reconocer que el problema es la lucha de clases.
Cuando el pueblo concientice esa realidad y asuma que la lucha es a todo o nada
(la nada que es hoy), recién entonces podrá hacerse una verdadera revolución
que tome el poder total. Allí se terminará la alternancia entre la pobreza a la
que es sometido y una lucha para recuperar derechos precarios que duran lo
suficiente para bien de la oligarquía. Acá en esta America latina dependiente
del imperialismo resulta necesario que los pueblos crean que es posible la
recuperación de lo perdido sin advertir que los que ganan siempre son los verdaderos
dueños del poder. Así, el pueblo nunca gana, solo goza de un bienestar precario
cuando viene un gobierno de los llamados populistas, por eso, no tenemos como defenderlos
con verdadera conciencia cuando son tildados de populistas de manera
degradante, porque en realidad lo son, ya que son actores necesarios del
sistema.
Todo indica que el pueblo, cuando tiene la
oportunidad de mirar la historia, apuesta a los dirigentes más valientes que combaten
al poder real, como es el caso de Cristina. Pero claro, acá tropezamos otra vez
con la misma piedra ya que el Poder Real logra hacerse de herramientas para
destruir a los dirigentes que no se someten.
Por eso, es imprescindible reconocer la realidad, la verdadera realidad,
no la de los relatos y predicas de dirigentes mentirosos y deshonestos que lo
único que ambicionan es tener una cuota
de poder que les permita favorecerse a sí mismos.
En síntesis, la única salida para lograr la
Soberanía Popular y Económica es la revolución. Todo lo demás es pura farsa,
por más que haya algunos pocos dirigentes honestos que logren ilusionarnos.
Francisco Klanchar
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