domingo, 14 de enero de 2018



LA UNICA REALIDAD.
¿Porqué  la Argentina (debiera decir la “República Argentina”, pero no lo digo porque no es una república, en una republica funciona la autonomía de los tres poderes y eso acá no existe) vive desde el año 1916 hasta el presente de manera cíclica permanente, entre avances y retrocesos?

Podría ser porqué nunca fuimos independientes?
Opino que es porque Hipólito Irigoyen, si bien fue un gran transformador en lo social, siempre fue un hombre del capitalismo, sabiendo que lo era y hasta podría decir que esa transformación sirvió sólo para lograr lo que hoy tenemos: un país dependiente de la oligarquía y el poder real internacional, es decir, Irigoyen sólo fue un reformista dándole aire así al poder real para que no explotara y de allí saliera una verdadera revolución, una revolución que se impusiera sobre la oligarquía quitándole el Poder. Duele, pero es la verdad objetiva.

Juan Domingo Perón repitió esa  historia, aunque logrando instalar apreciables derechos en beneficio de los trabajadores, pero también fue un reformador que no tuvo el propósito de hacer una verdadera revolución a pesar de que el ámbito internacional lo favorecía. En este caso, ante la realidad bipolar del planeta, él quiso  salir airoso diciendo que el apostaba a la “Tercera Posición”, desconociendo con ello la lucha de clases. Muchos serios analistas dicen que mintió a sabiendas. Tanto es así que tuvo que pasar medio siglo para volver otra vez  a la ilusión con doce años de bienestar para el pueblo, pero también vuelve otra vez la desgracia, hasta cuando no sabemos.

 Hace un par de meses Cristina Kirchner dijo que un presidente no tiene el poder para cambiar, que siempre está condicionado, de lo que se puede leer que un presidente sólo puede hacer lo que el verdadero poder deja hacer. La pregunta es: cree ella que con este sistema  que se hace llamar democracia se puede lograr un definitivo bienestar para el pueblo? Yo creo en ella y me gustaría mucho que  no me decepcione.

De allí que el marxismo y el trotskismo, aunque estén equivocados en las formas tienen  razón en el fondo, ellos no han advertido que el capitalismo les tomó el pulso, hizo un diagnostico y empleo la medicina justa para desarticularlos, logrando reducir su prédica hasta el absurdo ante las mayorías, sus verdaderos destinatarios. En función de esto puede afirmarse con seguridad que la única salida que tiene el pueblo argentino es reconocer que todos los problemas de estancamiento, retroceso y explotación que lo postergan infinitamente es no reconocer que el problema es la lucha de clases. Cuando el pueblo concientice esa realidad y asuma que la lucha es a todo o nada (la nada que es hoy), recién entonces podrá hacerse una verdadera revolución que tome el poder total. Allí se terminará la alternancia entre la pobreza a la que es sometido y una lucha para recuperar derechos precarios que duran lo suficiente para bien de la oligarquía. Acá en esta America latina dependiente del imperialismo resulta necesario que los pueblos crean que es posible la recuperación de lo perdido sin advertir que los que ganan siempre son los verdaderos dueños del poder. Así, el pueblo nunca gana, solo goza de un bienestar precario cuando viene un gobierno de los llamados populistas, por eso, no tenemos como defenderlos con verdadera conciencia cuando son tildados de populistas de manera degradante, porque en realidad lo son, ya que son actores necesarios del sistema.
Todo indica que el pueblo, cuando tiene la oportunidad de mirar la historia, apuesta a los dirigentes más valientes que combaten al poder real, como es el caso de Cristina. Pero claro, acá tropezamos otra vez con la misma piedra ya que el Poder Real logra hacerse de herramientas para destruir a los dirigentes que no se someten.
Por eso, es imprescindible  reconocer la realidad, la verdadera realidad, no la de los relatos y predicas de dirigentes mentirosos y deshonestos que lo único que ambicionan es tener  una cuota de poder que les permita favorecerse a sí mismos.
En síntesis, la única salida para lograr la Soberanía Popular y Económica es la revolución. Todo lo demás es pura farsa, por más que haya algunos pocos dirigentes honestos que logren ilusionarnos.
Francisco Klanchar

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