viernes, 30 de octubre de 2015

LA YEGUA

Cuando era niño, vivíamos en el campo y en mi casa tuvimos, de lo que yo recuerdo, tres yeguas, una era pequeña, de color tostado, en ella cabalgábamos nosotros los niños disfrutando tanto de ella que no es fácil describirlo, era hermosa, brillante, rápida y, por sobre todo confiable.
Luego tuvimos una, que llamábamos la mora, porque ese era su color, un ejemplar manso, fuerte y seguro, era polifuncional, tiraba el arado, el sulky y era de andar.
Las tercera, esa era el orgullo de la familia, con ella nos lucíamos porque su belleza era superlativa y tenía clase.
 Era de un estilo competición, o de carrera, como se decía entonces. 
Mi padre decidió venderla porque era demasiado lujo para nosotros. Fue una pena, una verdadera pérdida. Más porque luego el Sr. que la compró la hizo competir y fue ganadora siempre.
Ese recuerdo me quedó impreso para siempre, desde allí cuando escucho la palabra "yegua" me viene, subconscientemente, un sentimiento de felicidad.

Pero, por otro lado, veo el valor que se le da al calificativo de Yegua cuando se le aplica a una mujer, por ej. cuando un hombre dice " que mujer hermosa!, es una yegua!". No se puede negar que tiene un tinte grosero, pero hay que considerar que es el vocabulario del pueblo y con ese adjetivo se pretende realzar a la mujer en cuestión. 
Cierto es que cuando al apelativo lo emplea una mujer ya deja de tener esas connotaciones, es pretendidamente descalificador, claro, que por lo general ese trato es el que emplean las mujeres que no han sido favorecidas por la naturaleza en cuanto a su belleza.

En wikipedia, dice " adjetivo femenino, que es muy sensual y exuberante (hasta hace poco era una chiquilina y ahora es una Yegua)".

Porque escribo esto, dirá Ud. pues bien, le digo, lo escribo porque este adjetivo calificativo mucha gente se lo aplica a nuestra Presidenta con el claro propósito de descalificarla, pero he aquí, que la lógica comunicacional tiene un resultado opuesto a ese propósito, porque, con todo respeto por los hombres homosexuales, si lo dice un hombre y quiere insultar es un maricón y si lo dice una mujer, es una resentida y fracasada, lo cual se advierte inmediatamente, en consecuencia, esas personas al desarrollar esa conducta se convierten automáticamente  en seres indeseables.

Por mi parte, aun teniendo el mejor concepto de las yeguas, les digo a esas personas indeseables  que no escupan para arriba, que son tan pobres de mente y consiguientemente carentes de todo talento, aún para insultar, que a la Presidenta no van a poder jamás descalificarla, porque es una persona de extraordinario valor, porque es una persona  que a todo argentino de bien lo hace sentir orgulloso, porque brilla en todas partes por su inteligencia, por su coraje, por su ejecutividad y, por sobre todo, porque es la mejor representante del pueblo, ya que hizo una obra que quedará para la historia y para el mejor recuerdo de los más humildes y vulnerables. 

Francisco Klanchar

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