martes, 31 de octubre de 2017



QUÉ ES EL PJ?
Perón en su último discurso, antes de morir, dijo: Mi único heredero es el pueblo.
Talvez  sea la síntesis más apretada y descriptiva de los testamentos. Es para pensar que es el más  perfecto resumen de su pensamiento político, sabiendo la repercusión que iba a tener en la nuestra historia. Con estas acotadas palabras mandaba un mensaje a aquellos que quisieran aprovechar su nombre para provecho propio, pues también sabía que su nombre era una MARCA que cotizaría muy alto en el escenario sociopolítico argentino. Sabía lo que había pasado con los que usaron el nombre de Hipólito Irigoyen.
Allí él vio cuarenta y cuatro años de historia que mostraron la realidad incuestionable.  Seguramente él pensó: de Irigoyen quedó un minúsculo grupo de leales al pensamiento de Leandro N. Alem e Hipólito Yrigoyen. Y, por supuesto, la historia se repite en todo lo que sea aprovechable para aquellos que carecen de principios y ven solo los beneficios para sus propios fines.
Perón sabía lo que valía su nombre y sabia que ese valor sería motivo de disputa entre lo peor de la casta política que lo había secundado sólo porque eso era un buen negocio para crecer, adquirir poder  y enriquecerse. En vida había visto cuando le dio poder a Augusto Timoteo Vandor y éste no tuvo reparos en negociar con los enemigos de siempre, los que querían eliminarlo de  la historia. Sabía que la CIA  le había implantado a José López  Rega en su propia cama a través de su mujer Isabel a la que tenía que complacer porque era lo único que le quedaba en su vida física para calamar sus dolores de su debilitado cuerpo humano.
Perón sabía que todos los que vinieran después de su muerte serían peores  que los que lo acompañaron en vida, sabía que les dejaba una MARCA, un slogan que les abriría puertas ante el pueblo que él había designado como único heredero. Todo lo supo antes de morir pero no supo como evitarlo, porque esos miserables seguirían reproduciéndose renovando y recreando su maléfica energía.
Asimismo, “el General”  guardaba la esperanza de que alguno de los que levantaban su nombre podrían reivindicarlo en sus mejores sueños, que no lo levantarían en vano. Que esos hombres y mujeres habían captado lo mejor de sus pensamientos e ideales y que tenían como propósito materializarlo sabiendo el costo que tendrían que soportar. Sabía que allí empezaba a impactar la pasión de Evita que era la semilla que sobrevivía  a todas las tempestades abonadas por los miserables de la vida.
Así, Juan Domingo Perón, tenía en su último pensamiento,  que un nombre pierde valor cuando no se lo acompaña de contenido y mucho más pierde valor cuando a ese nombre se lo quiere simplificar con unas iniciales, iniciales que al paso de los años carecen de significación a pesar del marketing que las impulse. Allí es cuando queda develado que todo se ha transformado en un negocio, que es una mera mercancía puesta en oferta comprendida entre otras ofertas donde todo son solo promesas que nunca se harán realidad.
Cuando Juan Domingo Perón dijo: mi único heredero es el pueblo, estaba resumiendo infinidad de augurios de lo que pasaría después de su desaparición física. Dejó esa frase tan escueta porque sabía que él no podía dejar herederos  determinados, porque sentía en lo más profundo de su ser que su vida fue siempre sobrevivir ante tantos miserables que lo acosaron hasta el fin de sus días. De allí que si eso le pasó en vida, era fácil imaginar lo que sería después de su muerte.
Ante esta imaginaria representación es fácil imaginar que lo único que se puede copiar y reproducir es la obra de Juan Domingo Perón y de  su compañera Evita y, de ninguna manera, un sello, una sigla, un nombre.
Por eso, si analizamos la historia y sus hechos veremos que queda clarísimo que aquellos que se llenan la boca con la palabra “peronista” y al mismo tiempo no muestran obras que validen esa palabra, no son otra cosa que lo que el propio Perón llamaba “los logreros”.
Si analizamos el escenario histórico argentino de los últimos sesenta años podremos ver con diáfana claridad que sólo hubieron un hombre  y una mujer que mostraron con obras que fueron los únicos que reivindicaron el proyecto de Juan Domingo Perón y Evita, ese hombre y esa mujer  se llaman Néstor Carlos Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Lo demás son meros aprovechadores del sello PJ.
Para probar estas reflexiones, solo debemos mirar, en estos tiempos, en nuestro entorno y allí veremos los que activan políticamente desde sus eternos puestos chupando de la teta del Estado, donde en apariencia muestran lealtad a quienes les dieron esos cargos, pero, ya empiezan a preparar el terreno apoyando  a quienes negocian  el mantenimiento del poder político, mostrando que tienen más de un “principio”, mejor dicho, que tienen un “principio” para cada ocasión.
De esta reflexión surge que es imprescindible administrar cuidadosamente nuestras energías, estudiando cautelosamente a quien seguimos en nuestra proximidad. Si  nos proponemos podemos ver claramente quien es quien, quien milita desde una autentica vocación de lucha por un mundo mejor o de quien lo hace para mejorar su posición personal, persiguiendo mezquinos intereses.
Talvez debamos desconfiar en aquello de “la unidad para ganar”, pues puede solo una victoria pirrica.
Victoria pírrica. El nombre proviene de Pirro, rey de Epiro, quien logró una victoria sobre los romanos con el costo de miles de sus hombres. Se dice que Pirro, al contemplar el resultado de la batalla, dijo "OTRA VICTORIA COMO ÉSTA Y VOLVERÉ SOLO A CASA"

Francisco Klanchar

No hay comentarios.:

Publicar un comentario