viernes, 21 de abril de 2017

TEMOR
Una tarde me encontraba en una terminal de ómnibus de Traslasierra con el propósito de viajar a la ciudad de Córdoba. Ya a bordo del colectivo y ya sobre las altas cumbres empecé a ver un bellísimo espectáculo, busqué mi teléfono para fotografiar ese paisaje donde para sorpresa mía aparecían pueblos de rojos tejados en valles que nunca había visto a pesar de mis reiterados viajes por esos lugares, pero no podía poner el teléfono en modo filmación, fueron en vano todos los intentos, pues me salían videos que no podía parar.
Luego me veo caminando en esas alturas, en una ruta de barro y piedras, bajo una lluvia pertinaz. Allí pensaba cómo haría yo para manejar un auto en ese camino resbaladizo, en zigzag, que tenía un precipicio sin fin, pensé que una caída allí era el final de la vida. Asimismo, seguí mi caminata hasta llegar al llano, allí me encontré con gente poco amistosa que caminaba por un poblado en una barranca arbolada, con pocas viviendas. A uno de ellos les pregunté si iba bien para llegar a la ciudad de Córdoba, me dijo que sí que siguiera así. Más adelante me encontré con un grupo de mujeres maduras, atléticas, que venían, en sentido contrario, trotando algunas y otras en bicicleta, todas desnudas y muy bronceadas.
Luego me vi ante una bifurcación de caminos y le pregunté a un paisano cual debía tomar, él, muy solícito, me lo señaló y me dijo que debía pasar por una ”villa”, lo que me asustó, pues pensé que me quitarían todo, pero él me dijo que no tuviera miedo que no pasaba nada y que me acompañaría hasta la entrada. Así llegamos a un caserío muy humilde pero no tenía el aspecto de una villa miseria, eso me serenó  y crucé por allí encontrándome con algunos pibes que salieron corriendo al verme.
 Luego, otra vez en medio del campo, ya exhausto y la noche que se veía sin que  la ciudad  se vislumbrara.
…………………………
Por suerte me desperté  cómodamente acostado en mi acogedora habitación.

Francisco Klanchar

 21.04.17

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